Ivonne Ortega Pacheco:
¿Se hará el pequeño milagro?
Por Rodolfo Menéndez y Menéndez
Mi amigo el vaticanista Eduardo Lliteras Senties nos relata en su excelente crónica sobre la muerte del Papa Juan Pablo II, recién publicada , cómo el polémico e inteligente teólogo suizo Hans Küng, al manifestarse inquieto y grandemente decepcionado respecto del nombramiento papal de Josef Ratzinger, quien había sido su colega en la Universidad de Tübingen, en Alemania, y con quien había participado en el Concilio Vaticano II, señaló que había que dar una oportunidad a Benedicto XVI y que no se podía descartar un “pequeño milagro” que transformara a Ratzinger en un Papa diferente a lo que había sido como Cardenal.... No se puede olvidar que en 1979, Küng había sido desprovisto de su “misión canóniga” (reconocimiento oficial de la iglesia católica para que se pueda ejercer la cátedra de teología en las Universidades católicas) y que esa penalización, extrema para un teólogo que ejerce el magisterio, había sido promovida por la Congregación para la Doctrina de la Fe, heredera directa de la Santísima Inquisición, encabezada entonces precisamente por el Cardenal Ratzinger. ¡Entre los hombres de la iglesia como entre el común de los mortales, la esperanza es lo que muere al último!
Toda proporción guardada porque yo ni siquiera creyente soy y ella ciertamente no es el Papa, ni tampoco, para acabar, la gubernatura de nuestro Estado es equiparable al cargo vitalicio de Obispo de Roma, pero creo honestamente que debemos esperar ese “pequeño milagro” en el ascenso al poder público en Yucatán de la Señora Ivonne Ortega Pacheco y que se le debe dar una oportunidad sincera para que a partir de los próximos días haga su trabajo digna y responsablemente. Por el bien de todos, por el bien de Yucatán.
Sí, es cierto, la todavía gobernadora electa y en unas horas más Gobernadora Constitucional del Estado, tuvo una educación formal incompleta e insuficiente. Sí, es cierto, su experiencia en el servicio público es muy corta y precaria. Sí, es cierto, no se le conoce mérito previo para acceder a una responsabilidad tan elevada desde la que oportunidades y desarrollo de una comunidad entera como la nuestra van a quedar en sus manos. Desde este ángulo Doña Ivonne entra con déficit. Así mismo es deficitario, creo, el antecedente grave de una campaña electoral plagada de excesos y deformidades que a muchos nos escandalizaron. Y qué decir del tufo a trampucheta que dejó la precampaña priísta, cuyo resultado favoreció a la señora Ortega, sin olvidarnos por supuesto de la elección en la que el endoso que recibió la nueva Gobernadora, como porcentaje favorable del total de los electores, no es necesariamente para dar brincos de alegría en términos de legitimidad.
Por otro lado, sin embargo, también es cierto que Doña Ivonne ganó sin lugar a dudas con las reglas vigentes en nuestro méndigo juego democrático. Más aún, ¿desde cuándo la democracia a la mexicana es un concurso de méritos? ¿De cuándo a acá nuestras instituciones se rigen por una meritocracia que tal vez, pero sólo tal vez, sería deseable? Y con relación a la educación formal de nuestros gobernadores, ni el que se va ahora, ni su antecesor inmediato, para ofrecer sólo dos botones de muestra, podían colgar en los muros de sus despachos diplomas y certificados de estudios ya no digamos avanzados, pero ni siquiera elementales (¡Y así nos fue!, contestará el otro). De manera que lo que empieza mañana no tiene nada de extraño ni de repudiable al extremo, en comparación a lo que se ha venido dando por los años de los años en esta ínsula Barataria en que nos tocó vivir. Más de lo mismo, eso es todo.
Coincido con José Luis Sierra y me hago eco de su reciente expresión que me parece sensata y correcta. Creo que debemos todos apoyar e impulsar al gobierno de Ivonne Ortega, creo que debemos esperar “el pequeño milagro” y, ¡ a Dios rogando y con el mazo dando !, por varias razones. José Luis esgrime tres: 1.- “Porque el triunfo de Ivonne Ortega (independientemente de su filiación partidaria) interrumpió el proceso restaurador de la oligarquía yucateca, de ese pequeñísimo grupo de familias "decentes" que ven y que tomaron a Yucatán como corral de su hacienda.”. 2.-“Porque el origen y la trayectoria política de Ivonne Ortega lleva a pensar en su Gobierno, como un régimen de inspiración popular, de servicio a los grupos mayoritarios, de atención a las demandas y a las oportunidades con que cuentan los jodidos de nuestra patria chica”. 3.- “Porque para todos los yucatecos bien nacidos o bien avecindados: Yucatán no puede perder otros cinco años en materia de desarrollo”
Y yo agrego otra razón, la cuarta, no menos importante: Si Doña Ivonne lo hace mal y su gobierno es malo, a TODOS nos va mal. Obviamente, más mal les va a los que están más mal. Son cinco años que perdemos y todavía más, el retroceso que ello implica desde el ángulo social. El daño que resiente el débil es inconmensurable. Tenemos que comprenderlo y actuar en consecuencia. En verdad creo que la miseria colectiva es mucha y no hay un instante que perder.Debemos estar, eso sí, vigilantes. Que nos perdone o que se aguante la nueva gobernadora si nos tiene que escuchar levantando la voz ante pifias y errores. Apoyar al gobierno no implica quedarse mudo en actitud acrítica Guerra sin cuartel al prevaricato, a la ineficiencia gubernamental, a la corrupción, a la ineptitud. Y, permítaseme para empezar, en esta hora crucial de la llegada al mando político de Ivonne Ortega, recordarle que su misión más importante, la fundamental diría, es la de impulsar a esta endeble sociedad nuestra a la esfera del conocimiento. Rescatemos a Yucatán de la miseria, sí, pero más importante aún, saquémoslo de la ignorancia. Ese es nuestro gran desafío. Y conste que dije NUESTRO. ¡Hágase el “pequeño milagro”!
Mérida, 31 de julio, 2007
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