Foto de Le Monde
Por Rodolfo Menéndez Menéndez
La posibilidad de interconexión a la red de redes (Web) en lugares públicos está evolucionando a paso acelerado en estos últimos tiempos. Cada día son más los sitios públicos: comercios, aeropuertos, librerías, cafeterías, clubes, etc. donde se facilita a los usuarios el que puedan conectar sus computadoras al Internet mediante la instalación de redes inalámbricas de banda ancha o de alta velocidad, de acceso gratuito o virtualmente gratuito. Este es un fenómeno que se ha ido generalizando entre cierto comercio y algunas empresas de bienes de consumo en muchos países, a fin de atraer clientes a sus instalaciones o para facilitar el intercambio con las personas que regularmente concurren a estos sitios.
Pero la verdadera transformación se está dando a nivel de las municipalidades que se modernizan instalando tales sistemas de acceso a la red en lugares totalmente públicos tales como parques, bibliotecas, estaciones de autobuses, de FFCC, escuelas, campus universitarios y aún la mismísima calle, en áreas peatonales. Se trata, ni más ni menos, del convencimiento por parte de las autoridades civiles de que el Internet es ya una verdadera necesidad colectiva y por tanto reclama su ingreso al campo de los servicios públicos básicos. Obviamente hay ciudades y países mas avanzados que otros en el desarrollo de este novedoso concepto.
Entre las metrópolis europeas ya es común observar a gente sentada en cuclillas, (véase la foto arriba, publicada por Le Monde, diario francés) en las calles o en las bancas de las zonas céntricas y comerciales en pleno uso de sus lap-tops conectados al Internet, cuya señal que es transmitida por vía inalámbrica ya está disponible como un servicio municipal gratuito. Recientemente el alcalde de París, por ejemplo, anunció la instalación de más de cien sitios WiFi (así se denominan los lugares donde el servicio está disponible), en el marco de un programa extenso al que han llamado París Ciudad Cibernética, por el cual la Ciudad Luz tendrá en el futuro muy cercano 400 zonas de conexión disponibles para el viandante, de las cuales 250 estarán ubicadas en parques públicos.
En la práctica, este programa parisino permitirá que una vez que la computadora portátil haya detectado la señal de interconexión bastará con abrir el navegador del aparato para poder circular a voluntad y gratuitamente por las autopistas del ciberespacio con la sola limitación de los horarios propios del lugar público de que se trate y que en el caso de los parques y jardines será solamente diurno. De esta forma el alcalde socialista Bertrand Delanoe planea la incorporación plena de París a lo más actual de la modernidad del Internet.
Hay que apuntar sin embargo que no es sin oposición como lo está haciendo. Ya hay un litigio planteado en contra de la municipalidad por parte de los concesionarios tradicionales del Internet, entre los cuales se cuenta la empresa Orange, con mayoría de capital estatal francés, quienes argumentan que el municipio excede sus facultades al ofrecer un servicio público que está debidamente cubierto por las empresas comprometidas a ofrecerlo mediante una tarifa que el público debe pagar. Ya se verá en que resulta este conflicto legal que los tribunales en Francia deberán dirimir.
En México, como nos suele suceder en otros campos, vivimos en este aspecto en un gran atraso sin darnos cuenta de que se trata ni más ni menos de una de las formas en que la sociedad accede a la información y al conocimiento. Es otro ejemplo palpable de cómo el monopolio virtual establecido en nuestro país limita y estorba el desarrollo y las opciones en beneficio del gran público. Para empezar notemos que en México la velocidad de navegación, crucial para un acceso adecuado y eficiente al Internet, es en promedio significativamente menor que en todos los países avanzados.
Mientras aquí el cibernauta común que tiene acceso a la llamada banda ancha debe conformarse con velocidades promedio de 1 Megabit/s cuando bien le va (en algunos Estados de la república la velocidad de navegación ofrecida por el monopolio es aun más baja), en Estados Unidos, en Europa en general, en gran parte de Asia, los usuarios del Internet circulan por las autovías de la comunicación digital a velocidades de 8 Megabits/s (aún en el caso de estos servicios públicos gratuitos a que nos referíamos en párrafos anteriores) y que llegan en algún caso como el japonés a 11 Megabits/s. Esto, a un precio similar y en algunos casos inferior al que pagamos en México. Es decir nosotros mexicanos terminamos pagando esencialmente lo mismo en pesos y centavos por un servicio mucho más limitado y además de menor calidad. Pero además, ni siquiera es cuestión de costo sino que el nivel de servicio deseable simplemente no está disponible para el consumidor.
No es esto un asunto de poca importancia social y política. Sobretodo si se toma en cuenta que las sociedades que aspiran a un desarrollo fluido y amplio deben contar con las herramientas y la infraestructura necesarias para sostener tal desarrollo. Y que a nadie le quepa la duda que el Internet es ya, con mucho, parte de esta infraestructura y una de las herramientas fundamentales para el desarrollo integral de la sociedad. Cuando se habla del acceso a la "Sociedad del Conocimiento", concepto que cada día más está en boca de nuestros políticos cuando hacen campaña electoral para convencernos de votar por ellos, se tiene que concebir tal acceso a través de la utilización, entre otros medios educativos y formativos, de los recursos de la computación y del Internet, que abren cauces indispensables para tal efecto.
Se constata una vez más en nuestro país lo pernicioso que resulta para la sociedad el monopolio férreo que nuestras autoridades permiten, cobijan y alientan en la materia de las comunicaciones telefónicas. Al propiciar la existencia de un monopolio virtual en el caso de la telefonía y las tele-comunicaciones, solapado por leyes y reglamentos inadecuados y por prácticas de administración pública desfavorables al interés general, se fomenta la ineficacia del servicio pero peor, se constriñe a la población en su conjunto a opciones de consumo onerosas, a vivir en desventaja comparativa con otras poblaciones, a limitar cualitativa y cuantitativamente sus posibilidades de desarrollo y por tanto se le condena al rezago crónico en el que se encuentra.
Pero la verdadera transformación se está dando a nivel de las municipalidades que se modernizan instalando tales sistemas de acceso a la red en lugares totalmente públicos tales como parques, bibliotecas, estaciones de autobuses, de FFCC, escuelas, campus universitarios y aún la mismísima calle, en áreas peatonales. Se trata, ni más ni menos, del convencimiento por parte de las autoridades civiles de que el Internet es ya una verdadera necesidad colectiva y por tanto reclama su ingreso al campo de los servicios públicos básicos. Obviamente hay ciudades y países mas avanzados que otros en el desarrollo de este novedoso concepto.
Entre las metrópolis europeas ya es común observar a gente sentada en cuclillas, (véase la foto arriba, publicada por Le Monde, diario francés) en las calles o en las bancas de las zonas céntricas y comerciales en pleno uso de sus lap-tops conectados al Internet, cuya señal que es transmitida por vía inalámbrica ya está disponible como un servicio municipal gratuito. Recientemente el alcalde de París, por ejemplo, anunció la instalación de más de cien sitios WiFi (así se denominan los lugares donde el servicio está disponible), en el marco de un programa extenso al que han llamado París Ciudad Cibernética, por el cual la Ciudad Luz tendrá en el futuro muy cercano 400 zonas de conexión disponibles para el viandante, de las cuales 250 estarán ubicadas en parques públicos.
En la práctica, este programa parisino permitirá que una vez que la computadora portátil haya detectado la señal de interconexión bastará con abrir el navegador del aparato para poder circular a voluntad y gratuitamente por las autopistas del ciberespacio con la sola limitación de los horarios propios del lugar público de que se trate y que en el caso de los parques y jardines será solamente diurno. De esta forma el alcalde socialista Bertrand Delanoe planea la incorporación plena de París a lo más actual de la modernidad del Internet.
Hay que apuntar sin embargo que no es sin oposición como lo está haciendo. Ya hay un litigio planteado en contra de la municipalidad por parte de los concesionarios tradicionales del Internet, entre los cuales se cuenta la empresa Orange, con mayoría de capital estatal francés, quienes argumentan que el municipio excede sus facultades al ofrecer un servicio público que está debidamente cubierto por las empresas comprometidas a ofrecerlo mediante una tarifa que el público debe pagar. Ya se verá en que resulta este conflicto legal que los tribunales en Francia deberán dirimir.
En México, como nos suele suceder en otros campos, vivimos en este aspecto en un gran atraso sin darnos cuenta de que se trata ni más ni menos de una de las formas en que la sociedad accede a la información y al conocimiento. Es otro ejemplo palpable de cómo el monopolio virtual establecido en nuestro país limita y estorba el desarrollo y las opciones en beneficio del gran público. Para empezar notemos que en México la velocidad de navegación, crucial para un acceso adecuado y eficiente al Internet, es en promedio significativamente menor que en todos los países avanzados.
Mientras aquí el cibernauta común que tiene acceso a la llamada banda ancha debe conformarse con velocidades promedio de 1 Megabit/s cuando bien le va (en algunos Estados de la república la velocidad de navegación ofrecida por el monopolio es aun más baja), en Estados Unidos, en Europa en general, en gran parte de Asia, los usuarios del Internet circulan por las autovías de la comunicación digital a velocidades de 8 Megabits/s (aún en el caso de estos servicios públicos gratuitos a que nos referíamos en párrafos anteriores) y que llegan en algún caso como el japonés a 11 Megabits/s. Esto, a un precio similar y en algunos casos inferior al que pagamos en México. Es decir nosotros mexicanos terminamos pagando esencialmente lo mismo en pesos y centavos por un servicio mucho más limitado y además de menor calidad. Pero además, ni siquiera es cuestión de costo sino que el nivel de servicio deseable simplemente no está disponible para el consumidor.
No es esto un asunto de poca importancia social y política. Sobretodo si se toma en cuenta que las sociedades que aspiran a un desarrollo fluido y amplio deben contar con las herramientas y la infraestructura necesarias para sostener tal desarrollo. Y que a nadie le quepa la duda que el Internet es ya, con mucho, parte de esta infraestructura y una de las herramientas fundamentales para el desarrollo integral de la sociedad. Cuando se habla del acceso a la "Sociedad del Conocimiento", concepto que cada día más está en boca de nuestros políticos cuando hacen campaña electoral para convencernos de votar por ellos, se tiene que concebir tal acceso a través de la utilización, entre otros medios educativos y formativos, de los recursos de la computación y del Internet, que abren cauces indispensables para tal efecto.
Se constata una vez más en nuestro país lo pernicioso que resulta para la sociedad el monopolio férreo que nuestras autoridades permiten, cobijan y alientan en la materia de las comunicaciones telefónicas. Al propiciar la existencia de un monopolio virtual en el caso de la telefonía y las tele-comunicaciones, solapado por leyes y reglamentos inadecuados y por prácticas de administración pública desfavorables al interés general, se fomenta la ineficacia del servicio pero peor, se constriñe a la población en su conjunto a opciones de consumo onerosas, a vivir en desventaja comparativa con otras poblaciones, a limitar cualitativa y cuantitativamente sus posibilidades de desarrollo y por tanto se le condena al rezago crónico en el que se encuentra.
Distrito Federal, 10.08.07
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2 comentarios:
HOla, acabo de ver tu email. Gracias por pasarte de vez en cuando por mi blog, es un honor.
Si me permites voy a pasearme por aquí a leer el tuyo porque veo que tiene cosas interesantes.
Besos y feliz verano
la dama de Shalott
Se debería insistir por todos los medios en este tema que se vuelve ya vital para la sociedad en México. Como provinciano le digo que estamos en la época de las cavernas en materia de servicios en lo general. El telefónicoes de lo peorcita. ¿Hasta cuándo?
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