La ejecución colectiva de los miembros del Batallón de San Patricio en San Jacinto, Ciudad de México. Samuel Chamberlain 1867.
EN MEMORIA DE LOS SOLDADOS IRLANDESES DEL HEROICO BATALLÓN DE SAN PATRICIO, MÁRTIRES QUE DIERON SU VIDA POR LA CAUSA DE MÉXICO DURANTE LA INJUSTA INVASIÓN NORTEAMERICANA DE 1847
Capitán John O'Reilly, Thomas Riley, James Mills, Lawrence McKay, Francis O'Connor, Peter Neil, Kerr Delaney, Patrick Antison, Harrison Kenny, Roger Hogan,John Sheehan, John A. Myers, Richard Parker, Lemuel Wheaton, Samuel H Thomas, David McElroy, Parian Fritz, John Bowers, M. T. Frantius, Henry Mewer, Henry Octker, Henry Whistler, Wil/iam H. Keeck, Edward McHerron , Andrew Nolan, Patrick Dalton, John Cuttle, John Price, Wil/iam Oathouse, Wlliam A. Wallace, Elizier S. Lusk, Herman Schmidt, Martin Miles, Abraham Fitzpatrick, John Murphy, Lewis Preifer, John Benedick, John Rose, Lachlar McLanchlen, Patrick Casey, John Brooke, Roger Duhan, James Speers, Martin Lydon, Dennis Conahan, Auguste Morartaft, James McDowell, Gibson McDowell, Hugh McClelland, John McDonald, John Cavanaugh, Thomas Casidy, John Daly, James Kelly, John Littie, Henry Logenhame, Henry Venator, Francis Rhode, John Klager, Alfred K. Fogal, George Jackson, William O'Connor, Richard Hanly, John Appleby, George Dalwig, Berney Hart, Thomas Millet, Hezekiah Akles, John Bartely, Alexander McKee, F.W. Garretson.
MURIERON POR LA PATRIA
CON LA ETERNA GRATITUD DE MEXICO A LOS CLX AÑOS DE SU SACRIFICIO.
SEPTIEMBRE DE 2007.
HOMENAJE AL HEROICO BATALLON DE SAN PATRICIO
Por
Miguel Angel Menéndez Reyes
Leído originalmente en la Plaza de San Jacinto, en México, Distrito Federal, el 13 de septiembre de 1959 (en el CXII aniversario del sacrificio) por su autor. Se leyó por 10 años consecutivos hasta 1968. En 1962, Rodolfo A. Menéndez y Menéndez, hijo del autor, fue el orador. El texto y el sentido del discurso es absolutamente actual y puede ser repetido, como lo fue durante una década, una y otra vez, cuanto sea necesario para aprender la lección.
Señoras y señores:
Un imperativo de la conciencia histórica de México nos congrega una vez más, bajo los fresnos de esta plaza, en homenaje a la memoria de los componentes del Batallón de San Patricio, ejecutados por haber coadyuvado en la defensa de nuestra patria, el año de 1847. .
Quizá sea cierto que el sepulcro es el último fruto del amor. El primer hombre que enterró a su muerto, que puso una señal sobre la tumba y la convirtió en lugar de cita para su recuerdo, dio estribo a la cultura del monumento capaz por sí sola de hablar a todas las épocas. Si eso fuera , sería válido decir que el monumento erigido por el amor es el primer peldaño que va de lo perecedero a lo inmortal, y afirmaríamos que quienes construyen un monumento, aspiran a darle validez eterna y explicación constante.
La historia -dijo un filósofo hispánico- es una explicación, no un culto. De ahí que el historiador explique, no adore arrodillado; y que hurgue en las entrañas del trastiempo, en busca de las raíces que nutren la experiencia que ha de guiarnos en el presente para mostrar el porvenir. La conciencia de la historia es la luz de su explicación.
Entre nosotros, pocos extranjeros han merecido monumento al heroísmo. Sólo Francisco Javier, el navarro de recuerdo impar, había conseguido trocar su sangre española en bronce de México. Aunque en distintos tiempos y actitudes distintas, éste y los irlandeses murieron por México, y eso sería suficiente para explicar sus monumentos. Cayeron por nosotros y nosotros los levantamos para que los contemple el tiempo, señor de la eternidad.
En esta vez, México viene a lavar del rostro de los heróicos irlandeses el estigma de desertores que la injusta historia escrita por el verdugo ha querido y quiere imponer a su memoria. He aquí la explicación:
EL TERRITORIO DE LA ESCLAVITUD
Estados Unidos y México no eran vecinos del todo. Vinieron a serlo hasta el año de 1803, en que Francia cedió a EE. UU. la Luisiana. A renglón seguido los nuevos vecinos invocaron frente a España el pretexto de que la Luisiana carecía de límites definidos y que Texas, por eso, debía ser considerada parte de ella.
El 9 de febrero de 1819, el Ministro español en Washington firmó tratado con EE. UU., por medio del cual la España transaccionista cedió territorios situados en riberas del Misisipi, conocidos con los nombres de Florida del Este y Florida del Oeste. En estos pañales nació la vecindad y no precisamente en la fatalidad geográfica.
En 1820, del territorio de Luisiana se formó el Estado esclavista de Misuri, que fue aceptado en el seno de la Unión de los 13 Estados sólo mediante el llamado "Arreglo Misuri", Ley por la cual se prohibió la esclavitud al Norte del paralelo 36° 30" de Latitud Norte. Y pronto se vio que entre esa línea imaginaria pero rígida y el Río Sabinas, linde convenida de la Luisiana con Texas, resultaba un área muy pequeña para la esclavitud.
Con todo, hasta entonces no se sentía amenazado de muerte el esclavismo, porque podía plantar y cosechar algodón y azúcar incursionando libremente dentro de los límites de la Nueva España, ya que en ésta no se proscribía aún la esclavitud.
Pero el 13 de Julio de 1824. la Nación Mexicana prohibió trasladar esclavos extranjeros a su territorio y, poco después, la Constitución de 1824 no admitió que en el seno de México se naciera esclavo. A más, en 1827 fue promulgada la Constitución de las provincias unidas de Coahuila y Texas, que entonces formaban una sola entidad, y ella prohibió la internación de esclavos extranjeros, concediendo libertad a los hijos de esclavos habidos desde la fecha de su promulgación y hasta siempre. Y con estas medidas abolicionistas sí se sintió amenazado de muerte el interés brutal del esclavismo.
William Jay, patriota y estadista norteamericano de primera fila, testigo presencial irrecusable, al través de su concluyente libro que en español fue titulado "Causas y Consecuencias de la Guerra del 47", denuncia y condena el atropello consumado contra México, en 1847, cuyos primeros antecedentes son éstos:
PRIMER ANTECEDENTE MILITAR
El 17 de junio de 1819, James Long y 75 aventureros, agentes del esclavismo misuriano, atacaron el poblado de Nacogdoches, 72 kilómetros adentro de la línea divisoria de Texas con Misuri. El 23 de ese mismo mes, Long, dándose título de Presidente del Supremo Consejo de Texas hizo circular una proclama, reproducida más tarde en el "Luisiana Herald", de Nueva Orleáns, declarando que "los ciudadanos de Texas habían abrigado por mucho tiempo la esperanza de que al ajustarse la frontera de las posesiones españolas con los territorios de EE. UU., se incluyese su región dentro de los límites de este último país" y como esa esperanza se había perdido, "se declaraba independiente la República de Texas". El objeto de ese manifiesto era invitar a los ciudadanos norteamericanos a que se alistaran en las fuerzas de Long.
Pero las tropas acantonadas en los presidios españoles de la región dieron al traste con este primer intento militar, derrotando con bajas y dispersando a los filibusteros.
LA COLONIZACIÓN
La primera derrota militar infligida al esclavismo le hizo cambiar de táctica. Formuló su plan de deslizamiento, de lenta ocupación con visos legales. Moisés Austin, de Misuri, consiguió autorización de las autoridades españolas, en 1821, para establecer en Texas a 300 familias de colonos. Obtuvo la concesión porque basó su solicitud en que esas 300 familias serían de católicos perseguidos por el protestantismo. Al morir Moisés, su hijo Esteban obtuvo en 1823, la renovación y ampliación del permiso de colonización, con inmigrantes de Tenesí, Misisipí y la Luisiana. precisándose que los colonos serían "exclusivamente católicos".
SEGUNDA INTENTONA MILITAR
En 1826, un cuerpo de inmigrantes en los EE. UU. establecidos cerca de Nacogdoches, enarboló de nuevo la bandera de la insurrección, capitaneado por uno que se llamaba Edwards, y lanzó declaración de independencia. Poco tardaron esos hombres en ser aniquilados por fuerzas mexicanas.
LA DIPLOMACIA DE LA ESCLAVITUD
El 18 de octubre de 1822, llegó al puerto de Veracruz, a bordo de la corbeta John Adams, el diputado por Charleston, capital de Carolina del Sur, Joel Roberts Poinsett, a cuyo genio confiaron las empresas esclavistas explorar el ánimo de los hombres públicos del México de entonces, acerca de cómo podrían ser movidas las fronteras de los EE. UU. hacia el sur. Poinsett había actuado en Río de Janeiro, Argentina y sobre todo en Chile. Hablaba bien el español; era lo que hoy se llama "experto en asuntos de Latinoamérica".
La misma noche de su llegada al puerto jarocho, Poinsett cenó en compañía del coronel Antonio López de Santa Anna -el primer mexicano que habría de hacerse su propio monumento en vida-, quien le informó de cúantos rumores corrían acerca de la política interior y le dio segura escolta militar para trasladarse a la metrópoli. Ya en ésta, Poinsett visitó a Iturbide el 3 de noviembre en el Palacio Imperial, acompañado del Cónsul de Norteamérica, tratando a fondo el objeto de su comisión: los límites. El Emperador le escuchó y aconsejó cambiar impresiones con don Juan Francisco Azcárate, quien más tarde relató al Presidente don Guadalupe Victoria sus entrevistas con el enviado. "Sobre un mapa de América, el dedo de Poinsett fue marcando la frontera anhelada. Percibí -escribe Azcárate- que la idea era absorberse toda la provincia de Texas y parte del Reino de León tomarse la mayor parte de la provincia de Coahuila, la Sonora y California Baja, toda la Alta y el Nuevo México".
Tras de su entrevista con Iturbide, Poinsett visitó a los diputados presos en Santo Domingo. Habló con Fagoaga, Herrera, Tagle. Usó su vasta experiencia y obtuvo cuantos datos fueron necesarios para comprender que el Imperio era una farsa bamboleante, que el gobierno estaba en bancarrota y que una plural ambición espiaba coyunturas de medro.
El 11 de Noviembre de 1822 salió en carruaje especial de la ciudad de México -apenas a 23 días de haber desembarcado en Veracruz-, con visión completa de nuestros infortunios políticos. Y tras cuarenta y dos días más de observar por caminos del Bajío y de la costa, el 23 de diciembre reembarcó en la corbeta que vino en busca suya hasta las playas de Tampico. Todavía en el momento de zarpar le alcanzó el correo con esta noticia: Santa Anna se ha alzado en Veracruz contra el Imperio.
En Mayo de 1825 regresó Poinsett nombrado Ministro Plenipotenciario de los EE. UU. en México...
EL PRECIO DE LOS ESCLAVOS
En 1829, un senador misuriano de apellido Benton desató la campaña publicitaria de las empresas esclavistas para persuadir a los EE. UU. -pueblo y gobierno-, de la necesidad de adquirir Texas. Esta campaña rebotó en muchos periódicos y dio lugar a la formación de una corriente de opinión sintetizada en las anécdotas siguientes: el Juez Upsher, de Virginia, que posteriormente fue Secretario de Marina, primero, y luego de Estado, del Presidente Tyler, declaró ese mismo año, 1829, ante la convención de su partido político en Virginia: "Si consiguiéramos a Texas, esto haría subir de precio a los esclavos y resultaría grandemente ventajoso para quienes trafican con ellos en el Estado". En los debates de esa propia convención, un Mr. Dodridge sostuvo.: "La adquisición de Texas elevará considerablemente el valor de esos bienes". Otro, Mr. Gholston, miembro de la Legislatura de Virginia en 1832, afirmó que "La adquisición-de Texas elevará el precio de los esclavos en un cincuenta por ciento cuando menos'~
Y comenta el integérrimo William Jay, de cuyo libro antes mencionado he desprendido textualmente los datos anteriores: "Como Virginia era Estado dedicado principalmente a la crianza de esclavos para su venta, esos caballeros estaban ansiosos de adquirir Texas porque creían que llegaría a ser un mercado más, y muy grande por cierto, para la venta de ese artículo!'
PROPOSICIONES DE COMPRA Y DE HIPOTECA
El 15 de marzo de 1827, el Gobierno de EE. UU. dio instrucciones a su Ministro Poinsett para que hiciese saber "que deseaba modificar los límites territoriales existentes, a cambio de un millón de dólares", proposición que no fue aceptada.
El 25 de agosto de 1829, el Presidente Jackson dio instrucciones a su Ministro Poinsett en el sentido de elevar la oferta a cinco millones de dólares, que no fue atendida.
Y como Poinsett advirtiera que el Gobierno Mexicano estaba decididamente en contra de la enajenación territorial, supuso que ofreciendo un préstamo de diez millones de dólares en hipoteca sobre Texas, podría hacerle triunfar en sus propósitos. Pero el Gobierno de México permaneció sordo a sus demandas y el fracaso de estas negociaciones incalificables decidió la independencia de Texas, primero, y la guerra con Estados Unidos después, que costó a México algo así como la mitad de su territorio nacional.
RELlGIÓN, TIERRA, DERECHOS POLÍTICOS Y SOCIALES EN IRLANDA
Resulta necesario detenerse un instante ante el recuerdo de Patricio, el santo patrono de Irlanda, personaje religioso representativo por excelencia de la Verde Erín, porque él está en el umbral del tema, porque él es aquí el héroe a la manera de Carlyle. El la evangelizó en el primer siglo de la cristiandad. El vertebró la emoción nacional hacia el catolicismo, al acabar con las serpientes sólo con la melodía de su arpa. Los irlandeses lo tienen en la conciencia y sobre el corazón, a la manera de gonfalón y escudo. Y tras eso, ojear lo que acontecía en Irlanda:
Hasta 1850 -en que comenzó a gestarse la reforma agraria-, las relaciones entre terratenientes y campesinos eran muy desafortunadas. El campesino carecía de derechos; era sólo un inquilino, un animal en tránsito por la propiedad del landlord; no era dueño ni de su sombra encorvada sobre el surco; el régimen feudal le impedía enraizar su afecto en la tierra, que en vez de madre era madrastra porque era ajena. Era un paria.
Los protestantes eran dueños de todo; formaban la minoría de la nobleza y el poder. Un católico estaba incapacitado legalmente para ser miembro del Parlamento; no podía ser Consejero del Rey ni desempeñar el cargo de Juez, ni otros varios. Con todo, de los católicos -la clase campesina, la productora-, eran exaccionadas las quinientas mil libras esterlinas que anualmente, por allá de 1800, necesitaba el presupuesto del poder público para alimentar los privilegios de la clase dominante.
No pudiendo ser dueño de la tierra, condenado a la miseria, careciendo de derechos sociales y políticos, sintiéndose disminuido por discriminación religiosa, el campesino irlandés ansiaba fugarse de su dolorosa realidad de huérfano y viudo, abandonado de los dioses, ya que las relaciones del hombre con la tierra son las mismas que del hijo con su madre, son las mismas que del hombre con su esposa, son las mismas que del hombre con sus hijos, son las mismas que del hombre con su Dios.
Y esa ansiedad de fuga encontró camino cuando Norteamérica, buscando elementos humanos que serían el primordial factor de su grandeza, abrió puertas a la inmigración europea, alboreando el siglo XIX.
SICOLOGÍA DEL INMIGRANTE
El hombre cambia de patria sólo cuando le resulta imposible vivir en ella. El afecto natural le une a su madre tierra. Únicamente se resuelve a romper ese amor cuando la madre le niega todo, desnaturalizada, explotada y vejada por un padre irrazonable. El padre es quien dirige, quien manda: el gobierno, el régimen, el sistema. El hombre, pues, cambia de lugar, de nido, en busca del afecto natural del hijo hacia su madre la tierra; cuando da con una parcela que pueda llamar suya, encuentra substitutivo del amor materno que le falta, y se entrega a ella; la desnuda, la acaricia, la peina, la siembra, la riega y la viste con ropaje de verdura que al madurar toma el aspecto de sangre en las granadas, de sol en las naranjas y limones; de oro en los trigales, de penachos y perlas en el maizal. Esto es: la fecunda, la hace germinar, convirtiéndola en su esposa, y del producto de esa unión aparentemente incestuosa y primitiva, del fruto del amor de la tierra y de los hombres, surge el caudal que nutre a las culturas, que motiva las civilizaciones. Eso es lo que bendice el Dios de todas las religiones, bajo todos los climas y en todos los tiempos! ...De ahí que la reforma agraria haga felices a los pueblos.
CATÓLICOS IRLANDESES EN NORTEAMERICA
Desde comienzos del siglo XIX, y aún poco antes, se formó una corriente migratoria entre Europa y los EE. VU. Como era propio, la más importante afluencia humana llegó procedente del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda. Muchos de esos inmigrantes quedaron en Nueva York, Boston, Filadelfia, etc., pero un número importante, de claros antecedentes campesinos, prefirió trabajar la tierra. De estos campesinos se valieron los colonizadores del Oeste. Fueron los "católicos perseguidos" que los Austin ofrecieron a México.
LOS NATIVISTAS
Los nativos americanos, al percatarse del peligro representado por el caudal migratorio católico irlandés convertido en torrente incontenible, que inundaba el país y amenazaba con apoderarse lentamente de su manejo, pidieron al Congreso que enmendara ia Constitución y las leyes migratorias, favorables a los recién llegados. Pero el Congreso no les atendió. Y era natural que no los atendiera porque los políticos norteamericanos necesitaban una gran población para una gran extensión territorial, pues ya había obtenido de Francia la Luisiana en 1803, y estaban golpeando en la frontera con Texas; no podían levantar dique al aluvión migratorio. Esto es: ya habían formado sus designios de anexión pacífica de territorio mexicano, si era posible, o de guerra de conquista, si era necesario.
La pérdida de varias cosechas en Irlanda acreció la fuga de su población con rumbo a los EE. UU. En sólo el año de 1840 arribaron a los EE. UU. 40,642 personas de nacionalidad anglo-irlandesa. Los ingleses se diluían entre los nativos porque profesaban el protestantismo; pero los irlandeses permanecían en islas, en grupos compactos, lo que es típico de las minorías que se defienden. Construían sus barrios, sus iglesias, sus escuelas y hasta sus propios poblados, cuando formaban colonias agrícolas como la de San Patricio, en Texas.
En 1837, sintiéndose amenazados los naturales de América, se organizaron en sociedad secreta denominada "Native American Association", la que rápidamente se desflecó por todo el país en organizaciones filiales. Estas sociedades atacaron rudamente a los inmigrantes en todas partes, aunque sus ataques se hicieron más de notar en el periódico titulado "Native American".
El choque llegó a la sangre, a los motines, al incendio de iglesias católicas en Filadelfia, con disturbios y repercusiones en toda la nación.
LOS QUE BUSCABAN LA LIBERTAD
Los hombres que rompieron, desarraigándose, los vínculos con su patria, Irlanda, movidos por la necesidad de huir de su padre brutal, el feudalismo, buscando equilibrio sicológico entre la realidad y sus sueños de libertad religiosa, de bienestar, de disfrute de derechos políticos, sufrieron de modo indudable un rudo golpe en el espíritu al arribar a las playas de América y encontrar a los honorables industriales de Virginia dedicados a criar hombres para venderlos como esclavos, y a los nativistas impidiéndoles practicar libremente su religión, al mismo tiempo que les negaban derechos políticos.
Parece consecuente con la naturaleza humana, entrevisto al trasluz de la sicología, que se sintieran frustrados los inmigrantes que habían venido en busca de libertad, y que se apretaban entre sí formando una fuerza defensiva primero, agresiva después, que se abriría paso trabajosa y decisivamente en la historia norteamericana, como ha sucedido y estamos viendo. No habían roto en balde sus vínculos con el terrón nativo; no en vano habían cruzado el mar buscando satisfactores indispensables para la vida humana. ¡Querían ser libres y tenían que serio!
LA COLONIA AGRÍCOLA IRLANDESA DE SAN PATRICIO
La primera colonia permanente establecida en Texas por Moisés Austin, al amparo de concesión otorgada por el gobierno de la Nueva España, fue la de San Felipe, junto al Río Brazos, en 1821. Poco después fue erigida la de San Patricio en la ribera norte del Río de las Nueces, a 80 leguas de Matamoros.
Los campesinos cat6licos irlandeses perseguidos por la jauría de los nativistas, habían sido conducidos hasta ahí por un enganchador de colonos que más tarde habría de violar la fe jurada a la nacionalidad que le otorgó la concesión de colonizar, pero ellos -los colonos-, no tenían la obligación de compartir esa infamia. Los colonos irlandeses de San Patricio estaban en clara deuda de gratitud con los colores del país que les permitió tener, ¡al fin!, vínculos propios con la tierra, madre común de los hombres: estaban en la obligación moral de corresponder con lealtad a la nación que les dio definitivamente la posibilidad de ser libres; tenían el deber de velar por México, a cuya sombra habían podido establecer en América a Patricio, su santo patrón, el que acabó con las serpientes.
INDEPENDENCIA DE TEXAS
No es por masoquismo por lo que estamos manejando heridas; es porque no hay otra manera de curarlas. El complejo de México, si alguno sufre, quizá resida en querer olvidar agravios inolvidables, cuando sería mejor que quisiera recordarlos serenamente, no para incubar venganzas tardías, sí para tener presente la experiencia y preservar con ella el patrimonio que a sus hijos queda. El 2 de marzo de 1836, Texas declaró su independencia con resortes movidos por el esclavismo, como ya quedó demostrado. En 1837, Washington reconoció esa independencia. Por gestiones de la diplomacia washingtoniana, Londres y París hicieron lo mismo. México quizá la habría reconocido también, condicionando su reconocimiento a que Texas no se adhiriera al país del Norte.
SE CREYERON INDEPENDIENTES
Los colonos católicos irlandeses creyeron de buena fe que la independencia de Texas daba fisonomía propia a su nueva patria; supusieron que de verdad nacía una nueva nacionalidad, la suya, la que al fin les resarciría de sus frustraciones; la patria cuyo calor normalizaba su psiquis de hombres nacidos huérfanos. Pensaron que en esa nueva patria se redimirían definitivamente del feudalismo, de la discriminación religiosa, de la prohibición de tener tierra suya, de la amenaza de esclavitud propagada por Kentucky, Alabama, Misuri, y quedaron silenciosos todo el tiempo durante el cual México mismo permaneció callado, por imposibilidad material de actuar en rescate de lo suyo.
LA ANEXIÓN Y LA GUERRA DE CONQUISTA
Pero las empresas esclavizantes, los directores de la industria de la esclavitud que fueron infiltrándose hasta señorear en el ánimo de los presidentes norteamericanos, a partir de Jackson y hasta Polk, pasando por Van Buren y Tyler, se dieron cuenta del verdadero espíritu de independencia de los colonos, y comprendieron que ese espíritu echaba por tierra sus ambiciones territoriales y propósitos de acrecer la zona de la esclavitud, demarcada hacia el Norte por el paralelo 36° 30" y hacia el Sur por la frontera de Texas, nación independiente. Contaban estas empresas con el Presidente Tyler, virginiano, esclavista de nacimiento y por convicción. De ahí que Tyler firmara apresuradamente, la víspera de la entrega del poder, el 1º de marzo de 1845, la famosa resolución conjunta por la cual se admitió a Texas en el seno de la Unión Americana. La gota derramó el vaso. Vino a ser inevitable la guerra de conquista cuando el 22 de Diciembre siguiente, Texas fue recibido formalmente como Estado de la Unión Federal. México, por entonces en la pobreza y la anarquía, perdió, como resultado de esa guerra, 851,550 millas cuadradas de su territorio.
LA PROFECÍA
El Reverendo Dr. Channing, de Boston, lanzó esta terrible predicción que en su mayor parte se ha convertido en realidad histórica: "Por medio de este acto (la anexión) nuestro país se iniciará en una carrera de crímenes y usurpaciones, y se hará acreedor al castigo y las calamidades consiguientes a todo delito. La adquisición de Texas no será única, sino que se encadenará a otros hechos numerosos de rapiña y de sangre, por fuerza de una inflexible necesidad. Quizá muchas generaciones no verán la catástrofe que hay en esta tragedia cuyo acto primero estamos ahora listos para representar. Texas es un país conquistado por nuestros ciudadanos y su anexión a nuestra República será el principio de una era de conquistas que, a menos que le ponga coto y la frustre la Providencia, no se detendrá sino cuando llegue al Istmo de Darién. Por tanto debemos no clamar ya: "iPaz, paz! ". Nuestra águila aumentará su apetito, no lo satisfará al destruir a su primera víctima, y vivirá persiguiendo más tentadoras víctimas, sangre más codiciable, en cada región nueva que se abra hacia el Sur".
LOS COLONOS DE SAN PATRICIO CONVERTIDOS EN BATALLÓN
Pero vayamos, para terminar, en viaje hacia la hondura del fenómeno sicológico que convirtió a los colonos irlandeses en héroes al servicio de la patria nuestra, para agradecérselos en toda su magnitud:
Hemos visto que a México debieron su tierra en Texas, en primer lugar; hemos demostrado que en Texas vieron a su patria nueva, cuando Texas, por virtud de las maniobras de la esclavitud se desprendió de México. Falta ahora confrontar la circunstancia emocional que sufrieron cuando Texas fue arrastrada a la Unión Americana por obra, otra vez, de los intereses esclavistas. Y parece claro inferir que sintieron naufragado su anhelo de libertad, frustrada su odisea al través de mares y de tierras, comprendieron que esta vez, ya para siempre, quedarían huérfanos de nuevo, en poder de un sistema esclavizante, injusto y desleal, más, mucho más, que el que sufrieron en su cuna irlandesa, porque en Irlanda no se comerciaba con los hombres, no se les criaba como animales para venderlos como esclavos, ni eran incendiados sus templos tal como en Filadelfia.
EL BATALLÓN HERÓICO
Y al ser obligados por el enganchador de colonos, Austin, a empuñar las armas; al ser forzados a formar un batallón, a marchar contra su propia conciencia -remar contra la corriente de su alma-, a disparar contra sus propios anhelos de ser libres, ellos comprendieron que su lugar no estaba allí. Al tomar el primer contacto las tropas invasoras que venían arrastrando al batallón de irlandeses, con las nuestras, en Matamoros, ellos pasaron a ocupar su sitio en nuestras trincheras. Varios de ellos fueron muertos al pasar. Pero los sobrevivientes siguieron con nosotros -Monterrey, Angostura, Cerro Gordo, Churubusco-, derrota tras derrota, esfuerzo tras esfuerzo, muerte tras muerte, hasta caer prisioneros combatiendo.
EJECUCIÓN EN MASA
Fidel, nuestro clásico del Romancero Nacional, que presenció la escena espantosa de la ejecución en masa, hace ciento doce años (1959), la describe de este modo:
"Detrás de la Plaza de San Jacinto, a la espalda de las casas que ven al Oriente, se pusieron de trecho en trecho y se amacizaron gruesos vigones con trabes gruesas, tendidas horizontalmente en la parte superior, colgando otras reatas verticales de espacio en espacio "Los prisioneros fueron distribuidos según los claros de las vigas. A cierta distancia, entre gritos y chasquidos de látigos, ataron con soga corrediza el extremo de los lazos colgantes al cuello de los prisioneros... y, en medio de gritos, hicieron correr a los caballos que tiraban de los carros. Balanceándose en los aires, entre horribles convulsiones y muestras de dolor, quedaron aquellos defensores de nuestra patria..."
Y don Guillermo Prieto concluye: "La agonía de aquellos mártires duró mucho. Los cuerpos de las víctimas fueron sepultados en el florido pueblecito de Tlacopac, situado entre Mixcoac y San Angel".
BANDERA AL VIENTO
Habían pintado en el anverso de un paño, burdamente, como pintan las rudas manos campesinas, la imagen de Patricio, su santo Patrono, y el arpa con cuyas melodías él había domesticado a las serpientes; y en el reverso, el nombre de su batallón y el escudo de México. Con ese paño por bandera ondeando a todo viento entró el grupo de valientes a nuestra historia, con paso redoblado, rumbo a la eternidad de la gratitud mexicana.
MÉXICO BORRA EL ESTIGMA
Alzándose al pie del patíbulo en que el Heroico Batallón de San Patricio fue asesinado en masa, la conciencia política de México, por mi humilde voz, lava el oprobio con que el vencedor de una inicua y brutal guerra de conquista intentó infamar la gesta de los irlandeses que murieron por la patria.
¡No fueron desertores!... Fueron leales a sí mismos, al sueño de ser libres que los trajo a América.