Nos visita la Secretaria de Estado norteamericana Hillary Rodham Clinton. Será esta la primera de una serie de visitas de personajes de alto nivel del vecino país del norte que incluirán la del propio Presidente Obama, quien vendrá el próximo mes de abril, para tratar de calmar una nueva crisis en las relaciones bilaterales (caracterizadas por el oprobioso muro -ver foto del NYT aquí abajo- en que la frontera común se ha convertido) que está en pleno desarrrollo y que ha incrementado la tensión entre los dos gobiernos.
Los altos funcionarios norteamericanos van a encontrar un México sumido y debatiéndose en las dificultades de esa otra crisis, más grave aunque menos crónica, que es la económica y que en buena medida ha sido importada involuntariamente de nuestros vecinos.
Un México además, que está siendo incapaz de afrontar con éxito la rampante violencia e inseguridad que la guerra contra el narcotráfico -también en esencia repercuitida desde nuestro vecino norteño- y la corrupción interna -esa sí muy propia-, están provocando en el país.
Un México finalmente que crisis y crisis amenazan con desestabilizar al extremo y que se nos está deshaciendo entre las manos.
Tienen razón las más altas autoridades de los EEUU de estar preocupadas por el traspatio y de visitarlo, aunque no creo que su visita resuelva mucho, pero más preocupados deberíamos estar nosotros porque el proceso de descomposición de nuestro país se está acelerando y no parecemos capaces de detenerlo.
Y lo que agrava todo esto, es que una buena porción de la socoedad mexicana parece no darse cuenta del problema enorme que estamos afrontando.
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