Esta es una expresión harto usada en México y muy particularmente en el altiplano. ¡Se fue la luz!
Se nos va la luz a cada rato y por mil motivos. Porque empezaron las lluvias; porque llovió fuerte; porque cayó un rayo; porque es fin de semana; por mantenimiento; porque es lunes…. Mil razones diferentes se aducen cada vez que los habitantes de la Ciudad de México y municipios circunvecinos accionan inútilmente su apagador, o su computadora, o su licuadora o su plancha… ¡No hay luz!
Es una vieja historia conocida por la que han tronado diríase cientos de miles de aparatos eléctricos domésticos. ¿Quién no ha sufrido personalmente o no conoce a alguien que de alguna forma haya perdido su refrigerador, su módem, su PC, porque la luz se fue y al regresar, ¡pum!, se acabó?
El de la compañía de luz es posiblemente el peor servicio del mundo en su materia. No se necesitan grandes encuestas para apostar a que la afirmación es cierta.
Y además de malo es caro. Con todo y el chisme que nos quieren vender en cada recibo, de que el santo gobierno se está haciendo cargo de una cantidad normalmente superior al que nos están cobrando.
No entre usted en un dime o direte con la Compañía de Luz porque lleva las de perder, a las buenas o a las malas. No se atrase jamás en su pago y si puede evitarlo, no acuda nunca a las “oficinas” de la empresa que le da el servicio, porque ahí, aunque sea usted muy ducho, lo van a trasquilar. Si tiene usted la razón, hay que pagar para que se la reconozcan. Y si no la tiene…. ¡Ave María Purísima!, está usted en un gran lío. Corrupción es un término suave –eufemismo se dice- para ponerlo. ¡Atraco en despoblado es la expresión correcta!
Nada de esto es nuevo. Tiene años, lustros, décadas, de estar en vigor esta lindura del “sistema” de vida mexicano. Todos los que vivimos en la gran urbe lo sabemos. Todos lo sufrimos. Y la verdad, SÍ, estamos hasta la madre.
¿El sindicato es el culpable? Pues sí, en parte. Pero echársela toda a ese ente podrido sería también un despropósito. El problema de la Compañía de Luz es de la culpa de los diversos gobiernos de México y de la ineptitud, de la deshonestidad y de la zafia de sus operadores.
La existencia misma del sindicato, tal cual es en la actualidad, es una prueba contundente de la gran porqueriza que ha sido la política mexicana y de la corrupción sin paralelo que ha existido en materia de política laboral, muy especialmente en tratándose de paraestatales.
No hace falta bordar mucho en la historia para percatarnos cómo se gestaron esos monstruos inmanejables que hoy son algunos sindicatos, que se le montaron encima a su creador, el propio sistema. El gobierno forjó con sus propias manos y necesidades ilegítimas, aquello de lo que hoy se queja amargamente. Pero eso es historia patria cuyos cursos damos en otro contexto.
Y ahora sucede que ¡la luz se le va a la que la hace!. ¿Qué va a pasar?
La medida del presidente Calderón es brutal e inaudita. ¿Qué duda cabe? De este accionar sale para héroe de unos y para villano de otros. No hay término medio.
Dos problemas le veo. Dos. El primero es de carácter político. ¿Tendrá el régimen y el presidente Calderón, la suficiente legitimidad, el suficiente apoyo para encauzar una medida de esta dimensión y trascendencia? ´¿Será lo suficientemente fuerte y dispondrá de los suficientes recursos políticos para llevar a buen término su propósito? ¿Habrá medido bien sus fuerzas y contado bien a sus aliados y a sus enemigos? Está por verse. Yo tengo mis dudas.
El otro problema no menos preocupante, al margen de las simpatías que reciba la iniciativa presidencial, es el aspecto específicamente jurídico. ¿Habrá hecho bien su tarea el señor presidente? Está el gobierno federal frente a un conflicto que en ley laboral se llama de carácter económico según parece. Jurídica y laboralmente ¿tendrá la presidencia las facultades para ir adelante en este caso?
No veo, con mi limitada experiencia en materia legal, procedente, la controversia constitucional de que hablaba ayer en forma grandilocuente el líder detestable del sindicato. Pero sí que veo el hecho, de que en México todavía tiene vigencia real el juicio de amparo y queremos que así siga siendo. Y ¿si le ganan un amparo bien estructurado, si le obtienen una suspensión larga al proceso que ya se inició?, entonces habrá problemas. ¿Saldrá adelante el presidente de esta encrucijada desde este punto de vista? ¡Está por verse!
Hay otro ángulo que, ese, nadie estará interesado en aclarar. El presidente no puede, ni nadie en el gobierno federal, en términos legales, dar, como lo ha ofrecido Calderón, prestaciones adicionales a las que marca la ley a cambio de una aceptación pronta y voluntaria del proceso de indemnización de los trabajadores. ¿A título de qué o con autorización de quién ofrece el presidente dineros, que no son suyos, por encima de lo señalado por las leyes competentes, a fin de cooptar voluntades de los trabajadores hacia su proyecto liquidador? Eso es definitivamente ilegal. Y quiero ver quién lo va a reclamar.
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