martes, 27 de noviembre de 2012
Adiós a Calderón…. presidente que falló.
No hay plazo que no se venza. El del presidente Calderón ha concluido.
En estas últimas semanas el presidente saliente ha emprendido un frenético periplo por la República para cacarear los huevos que dice que puso a lo largo del sexenio que agoniza.
Pondera sus haceres gubernamentales como si tratara de convencerse a sí mismo de que su tarea de dirigente político fue venturosa y de provecho para la nación. Virtualmente no hay rubro en el que según su parecer las cosas no hayan marchado bien.
Yo me pregunto y estoy cierto de que conmigo hay muchos mexicanos haciendo lo mismo, si en este recorrido que él quisiera triunfal por nuestra depauperada geografía, el hombre tendrá la capacidad para, aunque sea en la intimidad, hacer una elemental autocrítica por lo que no hizo o hizo mal. Acompañándole, noticiero tras noticiero, día tras día, en estas últimas interminables semanas, me quedo con la impresión de que no. Que no es, ni será capaz de escudriñar el fondo de la triste realidad en que abandona el cargo que hace seis años le conferimos los ciudadanos. Pero ni siquiera de acercarse a ella.
Asumir su fracaso sería mucho pedirle. Va contra la naturaleza humana. Que reconozca al menos, envuelto en ese caudal de auto elogios en el que se ha y nos ha sumergido, algunas de las aplastantes fallas de su mandato.
¿Dónde quedaron los problemas medulares del país? ¿Dónde quedó la corrupción, siempre rampante? ¿Dónde quedó la educación nacional? ¿Dónde la miseria reinante?
No podrá negar el presidente que se nos va ¡gracias Señor! que hoy los mexicanos somos más, y esto no gracias a él, pero mucho más pobres que cuando llegó al mando. Nos falló.
Tampoco podrá esconder que una de los más lacerantes problemas nacionales, el de la educación, hoy está mucho más lejos de resolverse, que cuando él enfrentó el reto hace seis años. Nos falló.
Y la corrupción generalizada, ¿ha sido resuelta? o tan siquiera ¿estamos en camino de hacerlo? Tarea que ni siquiera reconoció. Tarea para la que no brindó su liderazgo. Nos falló.
Y nuestros muertitos, ¿cuántos fueron finalmente: 50, 60, 70 mil? Nadie lo sabe. Él los produjo y ni él supo cuántos. Una guerrita tan soterrada como cruenta en la que nadie ganó nada y todos perdimos. Y se ufana todavía de su fracasada estrategia. Nos falló.
México le despide con dolor señor presidente…. pero no porque se va, sino porque estuvo. Estuvo y no cumplió.
Mérida, Yucatán, 27 de noviembre de 2012.
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