México inflamable
Juan Villoro
06 Ene. 2017
(Tomado del Diario Reforma)
Luis
Videgaray acaba de inscribirse en la escuela más cara de México. Según
sus declaraciones, llega a la Secretaría de Relaciones Exteriores a
"aprender". Dispone de una beca anual de siete mil y medio millones de
pesos para lograrlo. Su aire humilde preocupa como la calma que antecede
a la tempestad. Salió del gabinete por la invitación que hizo a Donald
Trump durante la campaña del magnate antimexicano. El gesto fue algo más
que un error de protocolo. Se le ofreció un coctel margarita a la
persona equivocada y se le otorgó estatura de estadista internacional al
adversario que acaba de impedir que mil seiscientos millones de dólares
se inviertan en la planta de Ford de San Luis Potosí.
El
gobierno de Peña Nieto contribuyó de este modo al triunfo de nuestro
acérrimo rival. El descrédito instantáneo hizo que el artífice de la
iniciativa, Luis Videgaray, fuera removido de la Secretaría de Hacienda,
donde llevó a cabo una asfixiante e injusta reforma fiscal. Con toda
razón, Claudia Ruiz Massieu, entonces titular de Relaciones Exteriores,
se inconformó con una invitación de la que no estaba al tanto y que
agraviaba a México. Hoy el responsable del error la sustituye.
La pregunta esencial es: ¿quién gobierna México? La respuesta de Peña Nieto no deja lugar a dudas: Donald Trump.
Vuelvo
al aprendiz de canciller. Durante su gestión en Hacienda sometió a
persecutorias auditorías a los empresarios que solicitaban importantes
devoluciones de impuestos. Regresa con el orgullo herido a un cargo que
no merece y que sólo obtiene por las infaustas carambolas de la diosa
Fortuna. ¿Cuánto durará la humildad que estrenó el miércoles pasado? Su
principal "activo" consiste en su cercanía al enemigo declarado de los
mexicanos. El solo hecho de que haya tomado protesta es una ofensa a la
soberanía.
La cartera que alguna vez ocupó Alfonso García Robles,
Premio Nobel de la Paz por los Tratados de Tlatelolco, queda en manos
de un vendedor de seguros más proclive a defender los intereses de una
transnacional que los de sus "clientes locales".
Este descenso en
la diplomacia coincide con la subida de hasta veinticuatro por ciento
en los precios de la gasolina. Peña Nieto utilizó un recurso para saber
si el combustible causa un estallido político: encendió un cerillo. Las
protestas no se han hecho esperar, acompañadas de condenables actos de
vandalismo. Posiblemente, los saqueos a tiendas y gasolineras son
respaldados por grupos deseosos de criminalizar el descontento y evitar
que surja una oposición más organizada. Los bots alarmistas en Internet
apuntan en esa dirección. Pero el principal responsable es el gobierno.
Si la ciudadanía se siente despojada, paga con la misma moneda; en esa
confusión, el delito es visto como un acto compensatorio.
El alza
a la gasolina es el corolario de la desastrosa reforma energética que
permite a empresas extranjeras tener control total para la explotación
en aguas profundas y de una política equivocada que desmanteló las
refinerías, renunció a la petroquímica y permitió la "ordeña" de los
recursos. Con el mismo sentido depredador con que Peña Nieto transforma
los parques nacionales en "áreas protegidas" en las que se puede
invertir comercialmente, los hidrocarburos se han sometido a los
caprichos del corto plazo.
Al inicio de los años ochenta México
era el cuarto productor mundial de petróleo. El presidente López
Portillo anunció que se administraría esa abundancia. Lo que siguió fue
la rapiña. Hoy, México cuenta con combustibles para abastecer la demanda
de los siguientes cinco días. Es la medida de nuestro fracaso: un país a
cinco días de la parálisis.
En enero de 1994, los zapatistas se
levantaron en armas para protestar por el rezago de siglos que agobia a
los pueblos originarios del país y la pérdida de soberanía que implicaba
la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y
Canadá. En enero de 2017 la situación es más grave. El dístico de Ramón
López Velarde en "La suave patria" vuelve a ser una llamada de atención:
"El niño Dios te escrituró un establo/ y los veneros de petróleo el
diablo".
2016 fue el año con más violencia en el país desde que
Peña Nieto asumió el poder. Ahora ese polvorín ha sido rociado de
gasolina. En el centenario de Juan Rulfo, habitamos El llano en llamas.