(Entre tiempos difíciles he logrado encontrar un rescoldo que me permite, aunque brevemente, atizar la lumbre. Rescoldar para insertar esta colaboración antes de lo esperado con una cita larga, pero imprescindible en mi relato, que viene directamente de la pluma añosa de Bernal, tomada de su "Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España".)
¿Quién era doña Marina la Lengua? ¿Cómo la vio el conquistador? Helo aquí, leamos a don Bernal Díaz del Castillo. Tomo la cita de una edición excepcional, tiraje de lujo con pasta de madera, publicado en México, en septiembre de 1968, por Fernández Editores, obsequio que no termino de agradecer de mi padre, página 76, que tengo a la vista y en mi mano:
"Cómo Doña Marina era cacica, e hija de grandes señores, y señora de pueblos y vasallos, y de la manera que fué traída a Tabasco"
"Antes que más meta la mano en lo del gran Montezuma y su gran México y mexicanos, quiero decir lo de doña Marina: como desde su niñez fue gran señora y cacica de pueblos y vasallos; y es de esta manera: Que su padre y madre eran señores y caciques de un pueblo que se dice Painala, y tenía otros pueblos sujetos a él obra de ocho leguas de la Villa de Guazacualco; y murió el padre, quedando muy niña y la madre se casó con otro cacique mancebo y hubieron un hijo, y según pareció, queríanlo bien al hijo que habían habido; acordaron entre el padre y la madre de darle el cacicazgo después de sus días, y porque en ello no hubiese estorbo, dieron de noche a la niña doña Marina a unos indios de Xicalango, porque no fuese vista, y echaron fama de que se había muerto. Y en aquella sazón murió una hija de una esclava suya, y publicaron que era la heredera; por manera que los de Xicalango la dieron a los de Tabasco, y los de Tabasco a Cortés. Y conocí a su madre y a su hermano de madre, hijo de la vieja, que era ya hombre y mandaba juntamente con la madre a su pueblo, porque el marido postrero de la vieja ya era fallecido. Y después de vueltos cristianos se llamó la vieja, Marta, y el hijo Lázaro, y esto sélo muy bien, porque en el año de mil e quinientos y veinte y tres años, después de conquistado México y otras provincias, y se había alzado Cristóbal de Olíd en las Hibueras, fue Cortés ahí y pasó por Guazacualco. Fuimos con él en aquel viaje con toda la mayor parte de los vecinos de aquella villa, como diré en su tiempo y lugar; y como doña Marina en todas las guerras de la Nueva España y Tlaxcala y México fue tan excelente mujer y buena lengua, como adelante diré, a esta causa la traía siempre Cortés consigo. Y en aquella sazón y viaje se casó con ella un hidalgo que se decía Juan Jaramillo, en un pueblo que se decía Orizaba, delante ciertos testigos que uno de ellos se decía Aranda, vecino que fue de Tabasco y aquél contaba el casamiento y no como lo dice el coronista Gómara. Y la doña Marina tenía mucho ser y mandaba absolutamente entre los indios en toda la Nueva España.
Y estando Cortés en la villa de Guazacualco envió a llamar a todos los caciques de aquella provincia para hacerles un parlamento de la santa doctrina, y sobre su buen tratamiento y entonces vino la doña Marina y su hermano de madre, Lázaro, con otros caciques. Días antes me había dicho la doña Marina que era de aquella provincia y señora de vasallos y bien lo sabía el capitán Cortés y Aguilar, la lengua. Por manera que vino la madre y su hijo, el hermano, y se conocieron, que claramente era su hija porque se le parecía mucho. Tuvieron miedo de ella que creyeron que los enviaba a hallar para matarlos y lloraban. Y como así los vio llorar doña Marina, les consoló y dijo que no hubiesen miedo, que cuando la traspusieron con los de Xicalango que no supieron lo que hacían, y se los perdonaba, y les dio muchas joyas de oro y ropa y que se volviesen a su pueblo; y que Dios la había hecho mucha merced en quitarla de adorar ídolos y que ahora y ser cristiana, y tener un hijo de su amo y señor Cortés y ser casada con un caballero como era su marido Juan Jaramillo; que, aunque la hicieran cacica de todas cuantas provincias había en la Nueva España, no lo sería, que en más tenía servir a su marido y a Cortés que cuanto en el mundo hay. Y todo esto cuanto digo sélo yo muy certificadamente, y esto me parece que quiere remediar lo que acaeció con sus hermanos en Egipto a Josef, que vinieron en su poder cuando lo del trigo. Esto es lo que pasó y no la relación que dieron a Gómara, y también dice otras cosas que dejo por alto. Y volviendo a nuestra materia, doña Marina sabía la lengua de Guazacualco, que es la propia de México y sabía la de Tabasco, como Jerónimo de Aguilar sabía la de Yucatán y Tabasco, que es toda una; entendianse bien, y Aguilar lo declaraba a Cortés en castellano; fue un gran principio para nuestra conquista, y así se nos hacían todas las cosas, loado sea Dios, muy prósperamente. He querido declarar esto porque sin ir doña Marina no podíamos entender la lengua de la Nueva España y México. Donde lo dejaré y volveré a decir cómo nos desembarcamos en el puerto de San Juan de Ulúa."
Y yo quisiera terminar este capítulo de la saga que hoy escribo desde mi ubicación remota, diciendo que a mi parecer esta transcripción que he hecho para mis lectores constituye una de las páginas más hermosas que Bernal escribió en su historia de la conquista de México.